viernes, junio 30, 2006

jueves, junio 29, 2006

SI LOS SEÑORES FUERAN ALBICELESTES... (QUE HOY LO SON)


si mirandismo y yo fuésemos argentinos, mirandismo sería de platense y yo sería de chacaritas, nos juntaríamos en el café de bruno, ese ítalo-argentino, y fumaríamos y tomaríamos café y hablaríamos fuerte y mirandismo diría que yo soy un amargo y que no existo. yo a mirandismo le diría que los de platense son todos putos, y seríamos oficinistas, esos oficinistas con panzas prodigiosas que se sacan la camisa en el estadio y la sacuden en el aire cantando, sin vergüenza alguna porque es a causa de una vida hecha a gritos, y a veces estaríamos optimistas y otras veces nos vendrían esos ataques de amargura y nos pondríamos a decir que todo está como la mierda, el país, la justicia, todo, eso sí, menos maradona y charly, y si fuésemos esos argentinos, el día en que jueguen platense y chacaritas no nos hablaríamos pero después nos iríamos al café de bruno a fumar y a tomar café y sobre todo a putearnos, pero jamás a trompadas porque las trompadas son para los políticos, y después de putearnos por fútbol nos empezaríamos a putear por pagar la cuenta y mirandismo me diría pará, boludo, sho pago, y yo le respondería, naaa, las pelotas, sho pago, y así hasta que bruno cierra su café y nosostros nos iríamos silbando tangos o una cumbia villera porque así sería nuestra vida y porque, si fuésemos argentinos, mirandismo y yo seríamos felices.
y luego valbuenianos y yo, diríamos pero hoy juega Argentina, la albiceleste, hermano. y hoy no peleamos, ni somos boludos, ni el pais está tan malo ni somos feliz ni amargos, hoy nos ponemos la albileceste y gritamos por argentina y decimos que alemania, sos un amargo, y no existís.
aguante albiceleste. y lo dicen los señores, y la concha de la lora.

sábado, junio 24, 2006

EL DIEGO


Mirandistas escribieron y publicaron este artículo sobre El Diego en el año 2001.


EL PITAZO FINAL

Cuando Maradona estaba en la cancha, el resto de sus linajudos compañeros parecían simples albañiles. El 10 argentino encandiló al mundo futbolístico con su porte, técnica y genio estratégico. Pero brindó, fuera del rectángulo, una vida plagada de desaciertos y equivocaciones. Diego era sublime y atormentado por sus excesos. Y eso precisamente es lo que le distingue de las demás estrellas del balompié: Diego Armando fue el más grande pese a sus imperfecciones. Se las ingenió para deleitar y dar alegría a millones mientras su vida se iba por el caño. El próximo 10 de noviembre es su partido final como jugador. El día en que deja de ser el mejor futbolista de todos y se convierte sólo en un hombre.

por Luis Miranda Valderrama

La que dejó Diego es una leyenda que va a durar por los siglos de los siglos, más allá del fútbol. No porque sea edificante, sino porque nos pinta a los argentinos tal como nos gusta vernos: hermosos, llenos de talento, abatidos por la absurda injusticia.
Osvaldo Soriano

La tarde del domingo 25 de Octubre de 1997, Diego Armando Maradona jugó el último partido oficial de su vida sin siquiera saberlo. Caminó desde uno de los camarines del Estadio Monumental de River hacia la noble e histórica cancha que alberga al club de la banda sangre y al seleccionado argentino. Un sector del estadio, el mayoritario, lo abucheaba sin compasión, y otro, más recudido e incondicional, le lanzaba papel picado que caía sobre sus hombros y cabeza. Diego Armando Maradona comandaba el piquete de once jugadores del Club Atlético Boca Juniors rumbo al campo de juego para enfrentarse a su eterno rival, el River Plate.
“El pelusa”, como lo habían apodado de niño, tenía el pelo corto y una barba de chivo. Su camiseta, con el 10 en la espalda, lucía un azul oscuro perfecto y una franja amarilla brillante. Los jugadores se repartieron por la cancha y Maradona, el Diego, fue caminando con el pecho bien arriba hasta el centro de la cancha. Allí estaba Enzo Francescolli, capitán y referente máximo del cuadro millonario. Los dos hombres se abrazaron mientras los fotógrafos se apostaban a sacar las mejores impresiones. Luego, el 10 xeneize se fue corriendo a saludar a Ramón Díaz, técnico de River y antiguo compañero de la selección argentina. El árbitro ordenó despejar el lugar y Diego, entonces, fue el encargado de mover la pelota luego del pitazo inicial.
Lo que sucedió en ese partido fue más bien anecdótico. Boca dio vuelta un resultado adverso y ganó a lo grande a River por dos goles contra uno. El barrio de Núñez lloraba y el barrio de La Boca reía. Sin embargo, Diego Armando no participó de la victoria. Estaba cansado, en la cancha sólo entregó una décima parte de su genio y fue sustituido, sin pena ni gloria, por el prometedor Juan Román Riquelme, durante el entre tiempo.
Diego Maradona había entregado el bastón de mando y se quedaba solo en el vestuario. Cinco días después, luego de insistentes rumores de doping positivo por cocaína y ante versiones inexactas sobre la muerte de su padre, Maradona se despidió de una parte de su vida. Tal vez, la más importante.
“Fue lo último, dije basta”, escribió en sus memorias. “Si había empezado alguna vez con esto, con esta historia del fútbol, era por un sueño mío. Y si había seguido, después, era por mi familia. Sentí que había llegado el momento de dejar de hacerlos sufrir. Y le dije adiós al fútbol. ¿Para siempre?”, se preguntó.
“Jamás diría eso”, respondió.

EL PELUSA, LOS CEBOLLITAS Y EL PROFE CORNEJO
El nacimiento futbolístico de Diego Armando Maradona fue en los potreros vecinos a su casa, en la miserable Villa Fiorito, gran Buenos Aires. Desde pequeño deslumbró a sus amigos y familiares con el dominio absoluto del balón. Por ese motivo y guiado por el camionero José Trotta, hincha de Argentinos Juniors, El Pelusa llegó al barrio de La Paternal y se integró al equipo de Los Cebollitas, dirigido por el entonces junior bancario, Francisco Cornejo.
Los Cebollitas era la división infantil del pequeño club profesional, Argentinos Juniors cuestión que adquiría una importancia no menor. Con este paso Diego comenzaba a transitar por el fútbol grande. Su sueño de pequeño, de jugar profesionalmente y ser campeón del mundo con Argentina, poco a poco, tomaba forma. Y el hombre de apellido Cornejo le ayudaría a hacerlo realidad.
“Tan pronto como llegamos, Diego se juntó al resto de los chicos para la sesión de entrenamientos de prueba. Parecía venir de otro planeta”, recuerda don Francisco. “Desde el principio parecía capaz de hacer con la pelota lo que quisiera. Gambeteaba mejor que los demás y mantenía el mismo control en las paradas y en los pases. Mantenía durante siglos la pelota sobre la cabeza o en el pie izquierdo”.
Tenía 8 años. En tamaño era casi un enano y con principios de desnutrición, pero con el paso del tiempo comenzó a ser el alma de los Cebollitas.
Don Francisco lo llevó con calma, sabía que con paciencia, alimentación y un poco de cariño paternal, el niño desarrollaría sus talentos junto a su físico. EL aire tranquilo y conciliador de Cornejo ayudó a que El Pelusa viera en su entrenador al padre que Chitoro, su progenitor biológico, no había logrado encarnar.
En 1973 Los Cebollitas del profesor Cornejo habían alcanzado la cifra record de 100 partidos invictos. Ese día, Diego se enfrentaba con un equipo grande, el famoso River Plate. Desde muy pequeño “El Pelusa” fue hincha de Boca Juniors. Su padre lo había llevado un par de veces a la Bombonera y se había deslumbrado con el color azul y la franja amarilla, ubicada en la zona limítrofe entre el pecho y el abdomen. Maradona se sentía parte de ese club, de sus jugadores y sobretodo de su hinchada. Boca Juniors era el triunfo del pueblo y su eterno rival, River, pertenecía a quienes eran capaces de comprar la gloria con millones. Esa tarde, Maradona se enfrentaría con su enemigo natural y algunos periodistas que buscaban llenar la página de juveniles, se aprestaron para ver el evento.
Maradona recibió la pelota de su arquero y comenzó a pasarse a cada uno de los jugadores millonarios. Les hizo túneles, taquitos y globos. Llegó al aérea grande, se desembarazó del zaguero central y ante la salida aterrada del arquero, lo gambeteó y entró caminando al arco.
Los periodistas quedaron boquiabiertos, Don Francisco se sentía feliz y humildemente aplaudió la maravillosa jugada de su diamante en constante pulido. Maradona sólo comenzaba a ensayar su jugada maestra.
“Nosotros jugamos por divertirnos”, declaró el “Veneno”, compañero y amigo cebollita. “Nunca vamos a jugar por plata, todos se matan por ser estrellas y, entonces, vienen las envidias y el egoísmo”
El “Veneno”, eufórico hablaba con los periodistas, abrazado de su pequeño y chascón compañero. Maradona sonreía con genuina alegría. Estaba feliz. Nada en el mundo podría quitar esa sonrisa de su cara. Jamás en ese momento de orgullo y gloria.
Pero el profe Cornejo sabía que quedaría poco de esa diversión. Maradona, lo sabía, estaba para grandes cosas y todos querrían verlo lo antes posible. La dirigencia de Argentinos Juniors esperaban impacientes el florecimiento físico del niño para hacerlo debutar. Cornejo pensaba lo contrario: No deseaba que el niño Maradona se convirtiera en un hombre. Eso era peligroso y la alegría de esa sonrisa, más tarde, le darían la razón.

EL DIEGO Y LOS OTROS
El 20 de octubre de 1976, mientras la dictadura militar argentina comenzaba su política de exterminio contra todos sus opositores, el adolescente Maradona ya estaba listo para hacer su debut en la primera división.
El Pelusa era un secreto a voces. Hacía tiempo de que no aparecía un crack de tamañas dimensiones en canchas argentinas. Y todos esperaban que el diamante estuviera listo para ser mostrado en sociedad. El profe Cornejo, sin embargo, se opuso. Ya le habían separado de él al subirlo al primer equipo e instalarlo en un departamento. Cornejo ansiaba un año más, tan solo uno más en sus querido Cebollitas. Pero la dirección del club fue determinante.
Cornejo, con lágrimas en los ojos rogó para que el chico no debutara tan joven. El presidente, Próspero Consoli, se negó. Cornejo temía por la fama, los golpes físicos y la inmadurez del talento. Primó la actitud de esa época: No escuchar y dictar.
“Ahí estaba yo, el hombre que le había dedicado si vida al chico, el que lo había entrenado en todos los años de aprendizaje, el que lo conocía mejor que nadie, rogando... Y Consoli, inmutable, me dijo: ‘El presidente soy yo y usted hará lo que yo le diga’”
Diego ingresó cuando comenzó el segundo tiempo, tal como 22 años después lo hiciera Juan Román Riquelme con él mismo, del partido Argentinos Juniors contra Talleres de Córdoba, en el estadio La Paternal. Apenas entró en contacto con la pelota, Diego Maradona encaró a un rival, esté fue con todo a quitarle el preciado balón. Maradona lo esperó y en vez de entregársela a un compañero, le asestó un formidable túnel. El estadio ovacionó al niño-hombre. En su espalda estaba el número 16. Al siguiente partido se colocó su 10 querida y jamás volvió a vestir otro número.
Así se inició el mito. Jugó un par de años en Argentinos y se convirtió en su estandarte. Fue preseleccionado para la selección Argentina, pero no pasó el cedazo que Menotti hizo antes del Mundial de 1978. Ganó el Mundial Juvenil de Japón en 1979. Luego pasó a Boca Juniors, su sueño hecho realidad, y lo ganó todo en su breve paso. Salió en andas el año 1981 con el título en sus manos. Ese mismo 1981, y pese a las campañas económicas para evitar su venta, Diego Armando fue contratado por el Barcelona Fútbol Club en algo más de 8 millones de dólares. Se acercaba el Mundial de España 1982 y sería el mejor lugar para prepararse. Diego firmó feliz. Atrás quedaba Fiorito y los Cebollitas y de la miseria del régimen militar argentino. Atrás quedaba el sueño de debutar en primera. Faltaba el quimérico sentimiento de ser el mejor de todos y ganar la copa del mundo con la albiceleste. Eso podía estar a un año de distancia. Y Maradona sucumbió.

DOS MUNDIALES - DOS DIFERENCIAS
Lo que ocurrió en España marcó a Diego Maradona en el plano deportivo y personal. En el Barcelona una gran fractura y la hepatitis lo privó de ser la estrella que todos pensaban ver. Además, en el Mundial de España, el equipo argentino fue eliminado tempranamente de la justa por su enemigo más visceral: el extraordinario Brasil de Telé Santana. En el aspecto personal Diego Armando comenzó a vivir en soledad y con dinero. Maradona, con la inexperiencia de los años, comenzó su vida nocturna y de excesos. Cuando se deprimía, el joven y salvaje jugador salía a divertirse a la cosmopolita ciudad de Barcelona.
Los choques de estilos entre el club, frío, sobrio y económico, y las del jugador, temperamental, intuitivo y popular, hizo crisis. Maradona buscó apoyo en su país, azotado por la tragedia de la Guerra de las Malvinas contra los ingleses, y en la influencia del alcohol y las drogas.
EL Napoli italiano fue otro de los factores que salvaron la carrera del Pelusa. El año 84 fue contratado y llevado a la ciudad cuna de la Camorra italiana. Aquí existe un punto de inflexión en la vida del jugador. El sur de Italia, agrícola, cálido y pobre, siempre ha sido menospreciado por el norte, que es rico, industrial y de clima frío. Esta diferencia es notable en aquellos equipos del Calcio que han ganado más scudettos. La Juventus, el Inter o el Milan, cuadros del norte. El Napoli, por el contrario, no tenía tradición alguna y Maradona llegaba como el salvador del pueblo y del honor septentrional.
Y no desentonó. La ciudad de Nápoles y su equipo de fútbol tenían cierta similitud su pasado en Boca Juniors. Gente pobre y apasionada. Opresión y deseos de ganar. Como un caudillo, Maradona apretó los dientes y mostró de la madera con que estaba hecho.
Así llegó al Mundial de México. Con el pecho más inflado que nunca. Con la actitud de líder, que antes había carecido. Argentina era un simple actor de reparto en donde Brasil, Alemania e Italia eran los protagonistas. Pero con el paso de los partidos Diego Armando Maradona se convirtió en el monstruo que sus amigos habían visto en los poteros de Villa Fiorto y en las canchas del barrio La Paternal. Como si estuviera jugando con “Veneno” en los Cebollitas, Maradona llevó a su querida Argentina al título Mundial. Pero eso no había sido todo.
En los cuartos de final, Argentina se enfrentaba con la difícil escuadra de Inglaterra. Cuatro años antes, el pueblo argentino había sido humillado cuando los británicos recuperaron las islas Malvinas, invadidas y reclamadas por Argentina. En una demostración de genio y astucia mal habida, Maradona convirtió un gol con la mano. El segundo gol, sin embargo, estremeció a cada habitante argentino y le devolvió la esperanza a todos los familiares de los jóvenes que habían caído en la breve guerra. Un ejemplo es el legendario relato de Víctor Hugo Morales, cuya narración fue escuchada en toda Argentina por radio Continental y que vivió con el alma el gol más grande convertido en un mundial:
“La va a tocar para Diego. Ahí la tiene Maradona, lo marcan dos, pisa la pelota Maradona. Arranca por la derecha el genio del fútbol Mundial. Y deja el tendal y va a tocar para Burruchaga, siempre Maradona. ¡Genio! ¡Genio! ¡Genio!, tá tá tá tá tá tá tá... ¡Gooooooool! y ¡Goooooooool! ¡Quiero llorar! ¡Dios Santo, viva el fútbol! ¡Golaaaazo! ¡Diegooo Maradona! Es para llorar, perdonenmé... Maradona, en una corrida memorable, en la jugada de todos los tiempos. ¡Barrilete cósmico!, ¿de que planeta viniste? Para dejar en el camino a tanto inglés. Para que el país sea un puño apretado gritando por Argentina... Argentina 2, Inglaterra 0. Diegool, Diegool, ¡Diego Armando Maradona! Gracias Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas... por este Argentina 2, Inglaterra 0...”
Las lágrimas de Morales eran reales. El pueblo argentino salió a la calle a vitorear el apellido Maradona. El pequeño jugador de Villa Fiorito había dejado en el camino a tanto inglés. Probablemente muchos se hubiesen conformado con tamaña victoria. Pero en Maradona había sed de triunfo y les otorgó la Copa del Mundo. Cuando venció a Alemania por 3 goles a 2. Miró a la cancha vacía y levantó la Copa. El oro estaba en sus manos y el sueño de pequeño se había cumplido. Era campeón. Lo había logrado. Maradona Campeón del Mundo.

EL OCASO
Maradona, luego del triunfo mundialista, entró una forma de vida autocomplaciente. Las licencias, como los triunfos, ingresaban al mismo saco. Maradona era el más grande, el dueño de Nápoles, Argentina y del fútbol a nivel global. Pero también era el dueño de una vida llevada al máximo, con mujeres, cocaína y desenfreno. Para el Mundial de Italia, el año 1990, Argentina llegó a la final, pero perdió. Maradona, lesionado y herido en el honor al no ser apoyado por los italianos del norte, no fue el mismo que en México 1986.
Luego llegaron los problemas de doping, sus dos regresos, al Sevilla español y al Newells Old Boys argentino. Su triste nuevo doping por norefedrina en el Mundial de Estados Unidos y su intermitente vuelta al club de toda su vida. Boca Juniors.
En ese momento estaba cuando un rutinario control de sustancias prohibidas nuevamente arrojó trazas de cocaína. En el fútbol, los dos primeros doping son suspensión, pero en el tercero significa la expulsión. Se supone que ese doping nunca fue comprobado. Pero Maradona dejó de jugar ese 25 de octubre de 1997 cuando su Boca querido vencía a River. De haber seguido, el caso de doping hubiera estallado. Maradona prefirió el adiós.
Después de un tratamiento de rehabilitación de drogas en Cuba, después de casi morir en Uruguay por sobredosis, después de ser detenido y procesado por consumo de drogas, después de chocar y casi destrozar su cuerpo, después de todo eso, Diego Armando Maradona se retirará del fútbol con la camiseta número 10 en su espalda. Comandará, por última vez al piquete de once jugadores de la selección argentina de fútbol. Caminará desde el vestuario a la cancha de Boca y en algún momento del partido otro jugador pedirá cambio por él.
“Yo pensaba que no iba a llegar tan lejos con mi fútbol. El de arriba, el Barba, conmigo se zarpó, viste. Me dijo ‘Andá, rompela, hacé goles y dale alegría a la gente’... Creo que me dio demasiado, ¿no?”
La gente le verá caminar desde el centro de la cancha con los brazos arriba. Ese será su minuto final. El pitazo del cambio. El momento en que para Diego Armando Maradona, todo habrá terminado.

martes, junio 20, 2006

UN SEÑOR SE HA PUESTO SHORTS


uno de Los Señores se ha puesto shorts y de pronto comenzó a hablar de deportes. con una crianza que iba en pro de los músculos, este señor constata pasado deportivo e incluso ha señalado que entre años 1986 y 1988 jugó de volante tapón en el equipo de barrio llamado iguazú, allá en las alturas de la ciudad. de modo que, tras ver detenidamente el desarrollo de la fiesta mundial, este figurín ha decidido exponer pensamientos sobre el popular foot-ball, pero más que generalidades, hablará del ídolo internacional ronaldo.
así que:
uno de Los Señores, el ofuscado figurín, toma en un instante la primera persona y pienso que ronaldo es astro de magnitud y no me producen alegría las flechas envenenadas que lanzan cientos de ignorantes contra tal ídolo. estos parlanchines critican la obesidad del gladiador y ahora el gladiador, el bien llamado fenómeno, no se enfrenta a los defensas amplificados, sino que ahora se enfrenta a los habladores que parece que son todos flacos ¿es que acaso los triunfadores deben ser huesudos? ¿diego armando estaba en los huesos cuando humilló a los ingleses? por lo demás: ¡que lance una piedra aquel que esté libre de grasa!
amigos, atletas varios, hago llamado a la calma. no a la habladuría. el gladiador volverá. además en un mundial uno no busca al hábil, sino que busca al épico. y yo pongo mis fichas: en este mundial la historia de ronaldo será la historia épica. pues recuerden: diego armando nos dio una alegría cuando burló a los nueve ingleses, pero nos llevó al éxtasis cuando burló dos veces a la muerte y resucitó como hacen los imperfectos.
ronaldo es imperfecto. ronaldo resucitará.
guarden sus balas: el fenómeno no ha muerto...hay unos Señores que lo están apoyando.

lunes, junio 05, 2006

UNO DE LOS SEÑORES CONVERSA CON UN ESTUDIANTE

mi sobrino martín, que tiene cinco años muy bien llevados y cursa kinder, el día sábado se unió a las movilizaciones secundarias y lanzó un lápiz al suelo.
lo vi realmente indignado.
es su forma de protestar.
él es rubio.

domingo, junio 04, 2006

ESCOLARES

Un par de cosas quieren mencionar los mirandistas tras los días en donde los escolares fueron escuchados más que nunca. Debido a la pega que les toca realizar, estos humanos estuvieron en la calle, cachando lo que pasó durante día martes. Y se dio cuenta que las fuerzas policiales actuaron equivocadamente. Todos los que estaban junto a mirandianos, se dieron cuenta. Hubo cierta soberbia que se notaba en el aire. Soberbia lacrimógena que sintieron las narices varoniles de mirandistas en la Usach. De hecho, ese gas les llegó de lleno de manera inexplicable desde un móvil apodado "zorrillo", porque estos seres mirandianos estaban trabajando y se notaba (no se protesta con un cuaderno en la mano, antodando cosas, y preguntandole a la gente cosas, o sacando fotos como un mirandiano de corazón llamado "pespe algugar").
Pero el punto que más alarma a los mirandianos es este: sucede que durante años la gente, o detestaba o temía el uniforme policial por lo que acaeció en dictadura. Y durante muchos años se limpió esa imagen a costa de hechos. Pegaron menos en las protestas, respondieron educadamente a las preguntas de los ciudadanos, y dejaron de arrestar por sospecha. Pero ocurren estos lacrimógenos sucesos y ¿qué es lo que pasa?
Que la gente ya ni siquiera les va a temer o detetestar.Mirandianos creen que se va a producir cierto irrespeto-indiferente: el irrespeto del silencio. Algo así como decir: "no los pesquemos, mejor".
A este varón mirandiano le ocurrió en dos ocasiones experiencias con fuerzas policiales de este tipo: cuando estudiaba medicina y vio cómo le pegaron a un adolescente secundario. Era año 1990. Y este humano mirandista se horrizó. El señor fuerza policial lo miró y le dijo: "usted venga para acá". Y el mirandiano ente fue tomado detenido a 5 cuadras de la facultad de medicina. Fue tratatado mal, pero no pésimo. Le quitaron sus cuadernos, lo amenazaron con sacarle la chucha. Fue soltado seis horas más tarde y durante un año sintió miedo al pasar al lado de un uniforme de tipo policial. 16 años después recibió el cariño de un móvil de tipo "zorrillo", y pensó: "son gajes del oficio, caramba". Qué diablos. Pero cuando vio lo equívocos que fueron esos seres uniformados aquel día, pensó: "miedo no, indiferencia, demás".
Ayer este mirandiano pasó por una calle en el centro. Había un ser policiaco. Pasó al lado, estaba más bien en la calle que en la vereda. El señor fuerza policial pudo haber dicho algo, "córrase, súbase a la vereda" o "yo estoy acá y usted allá" pero el humano mirandista pensó: "ni se va a atrever". Y pasó como si aquel otro ser no estuviera allí y sólo hubiera aire.Indiferencia de unas personas. Y verguenza propia de estas otras personas.
amor
L.

PD,
En cuanto a este ataque del móvil zorrillo recibido, en el cumplimiento del deber y de la pega, hizo que los muy exclusivos paños usados por los mirandistas para vestirse bien, informal y elegantemente, quedaran llenos de polvo lacrimógeno, dejandolos inutilizados por una semana hábil.
tranquilidad.
l.

jueves, junio 01, 2006

EL DRAMA

ayer los señores hablaron por teléfono.
es decir, un señor llamó al otro.
dicen que las conversaciones no han sido fructíferas.
y todavía no saben de qué escribir en este blog.
extracto de la conversación:
valbuenismo: señor, creo que debemos bajar cortinas. esto no tiene sentido. hacemos el loco..
mirandismo: soy comando. no bajo cortinas.
v: señor, aquello del "ávido público lector" es una quimera ¡no existe tal! no tenemos a nadie.
m: mientes!
v: ¿acaso no ha visto las estadísticas? ¡es la debacle! ...¡usted y sus ideas afeminadas!
m: no soy femenino! soy brusco
v: ¿no se ha enterado que somos los únicos que nos leemos?
m: ignoraba tal punto...señor, dígame ¿está con alguien al lado?
v: estoy solo (valbuenismo siempre está solo, es un monje)
m: ¿está seguro?
v: solo
m: es que....tengo miedo....todo esto del blog...no sé....(sollozos)
v: ¿está llorando, soldado???
m: (se escuchan fuertes aullidos)....
v: dígame dónde está! voy en camino! (valbuenismo sentado, fumando)
m: se lo prohibo! no permitiré que me vea en este estado!...es el fin...(cuelga fono)
v: (sollozando teatralmente)...estamos juntos en esto, perro...¡juntos!

pd: informamos al ávido público lector que aún nos queda, que mirandismo se encuentra bien. está en casa. reposando. pero, no mentiremos, todavía los señores no saben qué hacer con el blog.

A LOS SERES HUMANOS

Ante la publicaión de la llamada, debemos decir los mirandistas que, de la manara en que fue expuesta aquí, es falsa. Tan falsa como el pelo rubio de los valbuenistas. Falsa como los curricula que escriben estos seres. Para que esta aclararación tenga más peso, publicamos aquí, la verdadera conversación.

valbuenismo: señor, bajemos cortinas, no tiene sentido, hacemos el loco..
mirandismo: soy comando. no bajo cortinas.
v: ¿y qué propone, señor? ¿no ve que nuestro público cautivo va en descenso?
m: ignoraba ese punto.
v: ¿no ha revisado las estadísticas? ¡es la debacle!
m: las he revisado, no me preocupan. A un soldado sólo le precoupa el enemigo, señor.
v: es que yo... tengo miedo, me dan miedo estas cosas (se sienten llantos).
m: señor, deje de lloriquear como una niñita que perdió un pinche.
v: es que, señor, le confesaré, escucho La Voz. Esto de ser monje me tiene algo mal, señor.
m: ¿La voz? ¿al señor Sinatra?, caramba, V. Usted está más chalado que una pingüino en el caribe.
v: la voz la escucho, señor, tengo miedo, terror.
La llamada se corta aquí, y los mirandistas reciben tres llamadas sucesivas con la voz de valbuenianos un poco más chillona, diciendo "Soy la voz, acaba con ese blogg", y detrás la música de Frank Sinatra con el tema "You make me feel so young". Mirandistas cortan el teléfono y llaman, como siempre, a una unidad móvil de hospital psiquátrico, con la habitual camisa blanca y larga que le encanta a seres valbuenistas.
Si alguien desea escribirles a valbuenistas, por favor mande mail a:
rvalbuenistas@estoymaslocoqueunacabra.cl